Por Lourdes Molinos Ibáñez.
Reconciliarme con la vida
Con la pérdida de un ser querido, también perdemos a veces el deseo de vivir, de continuar; desde un: “me da lo mismo todo” al “no quiero vivir” y sucede de una forma física, orgánica… es el “camión que nos ha pasado por encima” …
La vida queda como vacía, en blanco y negro, ha desaparecido el color y brillo… se paró nuestro reloj, aunque para los demás parece seguir igual… y podemos sentir miedo de que siempre vaya a ser así… es la sensación de haber perdido mi vida conocida… y ¿ahora qué? ¿seré capaz de construir otra? ¿tendré las ganas y la fuerza para hacerlo?…
Poco a poco, cada persona a su ritmo y con el tiempo que necesite, nos vamos abriendo a una reconciliación con la vida que tiene que ver con:
- Mantener el contacto con otros seres vivos: animales, plantas, minerales, con la Madre Tierra…
- Descubrir lo que de verdad importa en ella, lo que importan las personas que han quedado, lo que importo yo
- Reconocer su naturaleza cambiante para todas las formas… incluida la mía
- Abrirme al aprendizaje que traen las grandes crisis
- Vislumbrar un nuevo sentido conforme recorremos el duelo
- Ver con unos nuevos ojos
Reconciliarse con la vida, es poder amarla, seguir conectado a ella:
Prácticas que nos ayudan a cultivar ese amor- conexión:
- Silencio, gratitud, entrega, arte, creatividad, altruismo …
- Respiración centrada en el corazón / Meditaciones de bondad y compasión
- Cultivar la buena voluntad, que es la principal cualidad del corazón
- Canalizar el amor que ha expandido nuestro ser querido
- Disciplinas espirituales y Acciones concretas en lo cotidiano
- Confianza plena: en la vida, en lo que sucede, en mí mismo/a. Confianza
Cualidades/ actitudes que nos ayudan:
- Sensibilidad – Humildad – Receptividad – Flexibilidad – Apertura – Paciencia = Para Sentir
- Respetar y sustentar la gran fuerza de vida y transformación que hay en nosotros.
Reconciliarse con la vida es también, Recobrar el SENTIDO DE LO SAGRADO: El reconocimiento del gran misterio de la vida.
El reconocimiento de que con la mente ordinaria no podemos comprenderlo todo y de que, en todas las cosas del universo, desde el átomo más insignificante hasta la mayor de las galaxias, hay una fuerza trascendente que lo une todo y lo sostiene… nos sostiene.